Descripción
Simplificando mucho, podemos decir que el Espíritu Santo es el Amor de Dios, es el Amor divino que nos cubre y penetra nuestras almas comunicándonos sus dones divinos. Dones maravillosos como el don de sabiduría, de entendimiento, de consejo, de fortaleza, de ciencia, de piedad y de temor de Dios. Estos dones producen a su vez en nuestras almas maravillosos frutos: Amor, alegría, paz, paciencia, longanimidad, benignidad, bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.